
Para las ONGs, los recortes de ayuda de Trump y Musk son como una nueva pandemia: un golpe que frena su trabajo, pone en riesgo millones de vidas y deja al mundo en una crisis humanitaria sin precedentes.
Es cierto que USAID había cambiado en los últimos años. Algunos de sus programas comenzaron a enfocarse en temas sociales y culturales que Trump y Musk consideran parte de una agenda “woke” más que de una misión humanitaria. Para ellos, la agencia se había alejado de su propósito original y se había convertido en una extensión de la política progresista global.
Pero, aunque USAID pudo haber tomado ciertos giros ideológicos, también seguía siendo una de las principales fuentes de ayuda para emergencias, conflictos y desastres naturales. Su cierre no solo elimina los aspectos más políticos de su trabajo, sino también el apoyo esencial que salvaba vidas en zonas de guerra, hospitales y campamentos de refugiados.
Cuando el COVID-19 apareció en 2020, el mundo se paralizó: los hospitales colapsaron, faltaban medicinas y las economías cayeron en crisis. Las ONGs fueron clave para ayudar a las personas más vulnerables con atención médica, alimentos y apoyo. Ahora, con la eliminación de la ayuda internacional, estas organizaciones enfrentan una crisis igual de grave, pero sin una vacuna que pueda solucionarlo.
Así como el COVID interrumpió la vida de todos y dejó a millones sin acceso a médicos ni hospitales, el fin del financiamiento humanitario está obligando a cerrar hospitales, detener la entrega de alimentos en zonas de guerra y cancelar programas de vacunación en África, Asia y América Latina. Es como si el mundo volviera a un confinamiento, pero esta vez, no por un virus, sino por una decisión política.
Las consecuencias pueden ser incluso peores. Durante la pandemia, los países ricos actuaron rápido para salvar sus economías. ¿Qué pasará ahora que millones de personas en países en desarrollo se quedan sin lo básico? La crisis no se quedará dentro de sus fronteras: habrá más migraciones, más inestabilidad y el riesgo de que enfermedades sin control se expandan.
Para las ONGs, esta es una pandemia sin mascarillas, sin cuarentenas y sin vacunas. Es un golpe directo a su misión de salvar vidas. Y al igual que con el COVID, la única solución es la solidaridad global. Pero, ¿llegará a tiempo?
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